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  • Los Jeans no se planchan

    Justificando lo injustificable

    Y lo digo en serio.
    Es una idea, casi un mantra que me repito constantemente.
    Y no se planchan porque me da flojera, porque es un sinsentido —más que el “tiende tu cama”, que al menos te reconforta.
    Planchar los jeans es, simplemente, un martirio.

    ¿Y para qué?
    ¿Para que todos vean lo pulcra y disciplinada que eres?
    ¿Para demostrar que eres capaz de quitar arrugas a una prenda que con el sol podría hacerlo por sí misma?

    Porque no importa lo cansada o harta que estés: si los jeans están impolutos, los demás te aceptarán.
    Bueno… si les pusiste una raya en medio, te van a ver raro.

    Llámenme floja —porque revolucionaria no soy—, pero realmente no comprendo por qué siempre debemos invertir tiempo en una actividad así.
    Y sí, soy floja y procrastinadora, porque prefiero estar aquí, justificando por qué no plancho mis jeans, que planchándolos.

    Porque estoy cansada.
    Porque quizá soy tan floja que mi casa es un desorden y por eso no los plancho.
    O quizá estoy tan cansada de hacer todo lo que tengo que hacer, que me resisto a esa última tarea.

    No sé.
    Incluso sería capaz de investigar si la mezclilla está hecha para el trabajo rudo —para llenarse de aceite e ir a la mina—, no para verse bonita en un look pulcro.

    Quizá me ponga a buscar si las temperaturas altas dañan las resistentes fibras de algodón, haciéndolas débiles y quebradizas…
    y que el planchado las mata lentamente.

    O que el consumo de energía de la plancha no justifica cumplir con los estándares. El planeta no tiene la culpa.

    O incluso inventarme que son wash and wear y no requieren mayor proceso que secarse al sol.

    Y al final, estoy cansada de aparentar.
    De fingir que es una decisión pensada y razonada —porque obvio todo debe tener un propósito, ¿no?— y no simplemente una decisión motivada por mi cansancio.

    Al final, la triste verdad es que no cumplo con los estándares.
    No soy quien la sociedad dicta, aunque lo intenté.
    Me cansé de moldearme para encajar en lugares donde igual no pertenecía.

    No soy rara ni floja: sólo agotada.

    Con más pensamientos que energía.

    Con más ganas de ser que de parecer.

    Y de repente estoy aquí: gritándolo, sacándolo en un lugar donde nadie lo ve, cuando nadie lo busca. Porque el mejor escondite es a la vista de todos.

    Para eso es este espacio.
    No sé si es un diario, no sé si es un blog, pero es catarsis.
    Llegué a ese punto en el que lo necesito.

    Quiero dejar de aparentar.
    Quiero dejar de justificar.
    (Vale queso, me estoy explicando.)

    Quiero dejar de cargar con esas cosas que me hartan y me hacen explotar sólo porque alguien me diga lo arrugados que están mis jeans.

    Y es que, de verdad:
    los jeans no se planchan.