No estoy escribiendo para ti.
Quizá ni siquiera para mí.
Estoy escribiendo para esa verborrea mental que a veces no sé cómo controlar; esa que clama por salir, pero que es celada por una boca rígida y racional, que censura todo lo que puede.
Porque así creció: cerrada, vigilada, castigada.
Escribir acá es saltar esa barrera —sabiendo que no puedo abrirla del todo.
No porque quiera que alguien lo vea, sino porque a veces hay cosas que están mejor afuera que adentro (guiño, guiño).
No quiero convencer a nadie.
Tampoco motivar.
Simplemente quiero gritar en silencio todo lo que no puedo gritar en la vida real.
Verbalizar todos esos pensamientos que rodean y cansan mi mente,
para darles paz y propósito a sus torbellinos.
Si te sirve, tómalo.
Si no, haz como que nunca pasó.